Desamortización, Antecedente del Pleito

INTRODUCIÓN A SU HISTORIA


     Pequeño pueblo del Campo de Calatrava situado en la carretera que va desde Puertollano a Calzada de Calatrava. A Villanueva de San Carlos, se le conoce popularmente como “El Pardillo” y está constituido por tres núcleos urbanos, ya que a Villanueva se le suman Belvís y La Alameda. Situado al sur de la provincia, entre la sierra de Calatrava y la de Puertollano recorrido en parte por su término por el río Ojailén. La carretera que une Puerollano con Calzada forma una V hacia el sur dejando en su vértice a Villanueva de San Carlos y las aldeas de Belvís y la Alameda. Es uno de los pueblos fundado por Carlos III, el 25 de julio de 1773 para repoblar Sierra Morena.

     Dicen incluso que el origen de la población lo ostentó Belvís que se llamaba inicialmente Borgafemel. Inicialmente era una dehesa donde se construyeron las casas de quintos de la zona y posteriormente se levantaron las casas de los agricultores que trabajaban las tierras de los religiosos. Allí se encuentra desde el siglo XVI, el llamado “Caserón de los Calatravos” que servía de residencia en verano para los frailes, junto a la ermita.

     Dicen… Que lo templado y saludable del lugar llevó a D. Francisco Barreda, prior y administrador del convento, a construir una casa de campo espaciosa que incluía una bodega donde se guardaba el fruto de la vendimia de 40.000 vides.

     En 1773, el rey Carlos III autorizó a 70 labradores para la construcción de 15 casas y un oratorio. Tan solo un año después el Oratorio se había construido además 43 casas con 20 más en construcción, y todo ello sin costar ni un real a la Administración, que en casos parecidos e incluso en el mismo periodo, se producían otras colonizaciones en Sierra Morena, y costaron grandes sumas. Viendo la habilidad, el afán y el cariño de sus gentes, Rey Carlos III, vista la colonización espontánea que se estaba produciendo, por Real Cédula, expedida en Aranjuez el día 20 de Junio de 1.773, acuerda la creación de una población en el quinto denominado "El Pardillo" como Villa independiente, con jurisdicción propia que sería ejercida por un Alcalde, dos Regidores y un Procurador Síndico; así nació una Villa Nueva, cuyos pobladores, en reconocimiento y gratitud al Rey, le llamó Villanueva de San Carlos.

     Completa su paisaje con el agua y los montes. Por un lado, el río Ojailén que al juntarse con el Fresnedas y el Montoro forman el Jándula, que es un afluente del Guadalquivir y terminará llevando sus aguas al Océano Atlántico. Por el otro lado “Las Aceas”, también llamada Sierra de las Trampas. Con cualquiera de los dos nombres se puede intuir la dificultad de su tránsito, aunque junto a ellas también está la original “Peña Hueca”, otro trabajo escultórico de la madre naturaleza.

     Sin olvidarnos de patrimonio histórico, donde podemos visitar; El Caserón de los Calatravos, la iglesia parroquial de Ntra. Sra. De la Candelaria, la iglesia parroquia de San Antonio de Padua construida en 1832 don José Solís, pero con tan mala construcción que fue preciso hundir su cielo raso al poco tiempo. Un territorio con ocupaciones en épocas anteriores como muestra la Necropolis de la Solana, conjunto de enterramientos de la edad de bronce

     En Villanueva de San Carlos se instaló una pequeña comunidad de campesinos, que recibió a cambio de su cesión del dominio útil una importante porción de tierras. Pero en 1841 la administración liberal las vendió, el nuevo propietario y sus herederos intentaron el desahucio de los campesinos asentados aquí, lo que supuso el inicio de un proceso de lucha campesina, que se llevó a cabo en los tribunales y cuya sentencia definitiva a favor del pueblo no llegó tras recorrer todas las instancias posibles hasta 1908. Fue un proceso tan interesante que hasta llego a ser analizado por el historiados Ángel Ramón del Valle.

     Posee una estructura urbana ortogonal que pone de manifiesto sus orígenes con un trazado ilustrado, aunque hoy en día solo queda de ella el nombre de sus calles. En el centro, se encuentra la plaza de San Antonio de Padua con la iglesia como referente del municipio. Y en dirección Este-Oeste viarios que recorren los 450 metros de longitud mayor del municipio. Encima de la plaza de la iglesia, se encuentra la calle Carlos III, que recorre el municipio de uno a otro extremo, y debajo de esta calle, encontramos otras calles que toma nombres como José Ortega o Dionisio Guardiola antes y después de la calle de la plaza. En su borde sur el camino de la Fuente rompe la forma ortogonal marcando un borde de dos lados inclinados que establece el margen de la población. En su fachada norte las parcelas se prolongan hasta el encuentro con la carretera de Calzada con la máxima dimensión en la calle Cervantes y se reducen al final de la calle San Isidro. Bordes ocupados por naves de almacenamiento que difuminan la imagen del pueblo en sus límites.

La desamortización, antecedente e inicios del pleito

     La villa de Vva. de San Carlos y siguiendo la exposición de Martínez Val, continuo sencilla hasta la época de la desamortización. Siguieron sus vecinos rompiendo montes y creando tierra, cuando solo podía hacerse con las propias manos y pagando religiosamente el canon que tenían constituido sobre los cinco quintos; el de trampas, con su parte de la sierra gallega, queda al sur, sierra de matorral difícilmente penetrable, inaccesible al arado y casi también al ganado. La sierra levanta su pendiente abrupta y áspera, con su vegetación ibérica, compuesta de tremendas jaras, madroños, quejigos chaparros, lentiscos y otras vegetaciones, que ha venido hasta muy recientes fechas, sirviendo al pueblo, que a veces alternaban sus menesteres labores con los de leñadores, carboneros, piconeros, etc ... Pero todos trabajando las tierras que poseían, e incluso los que por herencia o compra de mayor cantidad de tierras necesitaban gañanes, trabajaban tonto como estos, sufriendo las mismas inclemencias e incluso compartiendo los mismos alimentos, a veces escasos, pero era costumbre, que además de jornal estipulado. Podríamos decir, que no se daba explotación de unos sobre otros, puesto que todos ganaban su pan con el sudor de su frente y sin perjuicio de la posición que el destino o la suerte les asignaba.

     En el caso de Villanueva de San Carlos (el Pardillo),los cinco quintos fueron subastado y ya estaba siendo explotados por todo un pueblo hacía casi cien años, y mal podían acudir estos vecinos a la subasta de adjudicación de los terrenos a cambio de títulos de deuda pública y menos aún con dinero, pues había años que incluso no podían pagar o tenían serias dificultades para hacer frente al canon de los 10.400 reales que debían abonar por el arrendamiento de los terrenos. los 2.308.120 reales en que sus tierras fueron adjudicadas a D. Francisco de las Bárcenas les parecían una fortuna inalcanzable.

      El célebre real decreto de Mendizaval a fecha de 19 de febrero 1.836, al encontrarse los terrenos que la situación especial indicada, ello dio lugar a nuevos decretos y órdenes aclaratorias al respecto, por lo que la subasta de los cinco quintos se retrasa hasta el año 1.841. Esta tiene lugar en Almagro, cabeza entonces de los que habían sido Gobierno Jurisdicción de la Orden de Calatrava, el 11 de junio de este año 1.841. Los terrenos fueron adjudicadas a D Francisco de las Bárcenas en los citados 2.308.1 20 reales, qué representaban 577.030 pesetas. Esa fue realmente el inicio de los males de los vecinos de Villanueva de San Carlos.

      Las tierras habían  pasado oficialmente a manos del burgués adinerado Bárcenas,  incapaz de comprender esfuerzo que sobre los cinco quintos habían puesto tres generaciones de aquellos vecinos, en una labor de auténtica creación de suelo laborable y de adaptación para su aprovechamiento.

      A D. Francisco de las Bárcenas, no le interesaba el cobro del canon de los 10.400 cereales con los vecinos del Pardillo venía abonando cada año con gran esfuerzo a la Orden de Calatrava,  canon que solo en el año 1841 cobro el nuevo adjudicatario de los terrenos, ya que n 1.8042 , por primera vez intentó el desahucio de los vecinos, de las tierras que habían roturador con sus propias manos desde el año 1.769;  tierras que pasan de padres a hijos cada uno de los lotes o suertes adjudicadas, pero sin romper nunca el vínculo comunitario del censo cómo unidad.

      Este año 1.842 comienza con una serie de pleitos y luchas de Bárcenas contra vecinos y de estos contra él.

      El Alcalde de esa época era don José María Vadillo, que, como el resto de vecinos, digno sucesores de aquel primer promotor del inicio del pueblo, como era Francisco Caballero, que tuvo la idea y el empuje necesario para lograr llevar a cabo nada menos que la creación de todo un pueblo. Vadillo, en nombre de sus paisanos, se opuso a lo de desahucios indicados por Bárcenas y triunfó. Una primera sentencia del Juzgado de Primera Instancia de Almodóvar del Campo de 21 de diciembre de 1.842 declaró no haber lugar a tales desalojos, estimando lo que luego tonto sacrificios costó a los vecinos defender y probar.

      La encomienda de la Obrería de Calatrava, en el contrato llevado a cabo por Francisco Caballero y el resto de vecinos, solo se había reservado el dominio directo de las tierras y que los vecinos tenían, en conjunto y como Universidad del dominio útil de las mismas, sin que jamás hubieran perdido la posesión efectiva de los cinco quintos.

      Doña María Micaela Brigas y de Bárcenas, 35 años después, intentó de nuevo el desalojo de los vecinos a través de los nuevos interdictos, oponiéndose a la demanda otro Alcalde del pueblo, en esta ocasión D.Ramón Serrano que, con los mismos argumentos, documentos y antecedentes, logra nueva sentencia de fecha 5 de febrero de 1.877, desestimatoria de la pretensión de la Casa Bárcenas.

     Entretanto la nueva Casa Señorial, había ido poniendo las bases para triunfar en sus deseos de extinguir, de cualquier modo y a cualquier precio los cinco quitos adjudicados en la subasta de 1.841.

      Por medio de una escritura pública de fecha 30 de Abril de 1.843, D. francisco de las Bárcenas había conseguido llegar a una transacción de las diferencias que habían sido motivo del Juicio del año anterior. D. Eugenio Ruiz, junto a dos regidores y un procurador y con otros 37 vecinos más, habían llegado a contratar los quintos, de modo que era más ventajoso arrendarlos de modo perpetuo e ilimitado, pero aún así el Ayuntamiento seguía siendo obligado a verificar el pago de la cantidad contratada, en nombre de este vecindario. Y dado que habían desaparecido las escrituras de constitución del censo de 1.769, llevada a cabo entre el Duque de Montellano y Francisco Caballero en representación de los vecinos, se ignoraba que en 1.813 había sido testimoniada la primera escritura constitucional del censo por el Escribano público D. Pablo Ruiz López, y remitido dicho testimonio a la Diputación Provincial, lo que permitió que el pueblo volviera a tener una base documental.

      La Casa Bárcenas, a pesar de los fallos negativos de sus demandas por desposeer a los vecinos de su dominio útil, había decidió una vez más iniciar nuevos pleitos en 1.880. Se trata ahora de unos interdictos contra personas singulares, vecinos del pueblo, en este caso con más fortuna, pues vence en cada uno de los interdictos interpuestos.

      Tampoco ceja el pueblo entonces y el Alcalde pide dictamen a tres Letrados de Ciudad Real. Así, pues, con la esperanza en esa Justicia y el dictamen que les habían emitido los tres Letrados de Ciudad Real.

      En 1.880 la Real Orden de 8 de enero, desestimó el recurso, puesto por Casa Bárcenas y su heredera.

      Aquel año, 1.880 debió ser un año de luto, para el modesto vecindario. Vencidos en el Juzgado y vencidos en el Ministerio, parece un milagro que, gracias a la fe en sus derechos y el amor hacia sus tierras, los animo a proseguir con su lucha. Ese año 1.880 marca en Villanueva de San Carlos el hito de un heroísmo civil, un vecindario contra una burguesía avasalladora y una administración corrompida, poniendo su fe y su esperanza en las resoluciones de los jueces.

      Fue el abogado D. José María de Porras quien preparó la demanda, que redactó y firmo con fecha 31 de diciembre de 1.881, la que presentó contra la heredera de Bárcenas el 13 de febrero de 1.882. Transcurridos más de 22 años, en 1.904 se iniciaría el juicio final.



BELVÍS Y LA ALAMEDA, SU HISTORIA


BELVÍS

      Belvís es un anejo de Villanueva de San Carlos, en la provincia de Ciudad Real. Situado en el sur de la provincia, se encuentra a 12 km de Calzada de Calatrava, a 24 km de Puertollano y a 50 km de Ciudad Real. Perteneciente a la comarca del Campo de Calatrava, predomina la actividad agrícola y ganadera, aunque poco a poco van surgiendo el hospedaje y la restauración. Belvís se encuentra rodeado de bosque mediterráneo, compuesto por encinar, lentisco, cornicabra, enebro y otros arbustos, así como eriales para pastos. Encontramos en Belvís los tradicionales animales de explotaciones ganaderas, así como especies salvajes como el jabalí, el ciervo, el muflón, el conejo, la liebre, la tórtola, la perdiz roja y un largo etcétera.

      El nombre de Belvís o Bellavista fue probablemente adjudicado a un castillo musulmán traducido al Romance por Burialame o Burgalimar.        En las afueras del actual pueblo existen muestras de haber existido un castillo, que actualmente conserva el nombre de mazmorra, donde hasta hace poco tiempo existía una especie de mazmorra y que la gente del pueblo le llamaba la mina. En diferentes investigaciones realizadas, se habla que el Rey Don Fernando y Don Alfonso, su hijo, dieron la encomienda de Belvís y la dehesa del mismo nombre a un caballero catalán llamado D. Pedro de Belvís, de cuyo señor tomaron nombre.

      El territorio de Belvís debió de ser muy dilatado por cuanto que en su quinto de las Huertas se construyeron en el siglo XVII casas que formaron la aldea de Huertezuelas. Se calcula que tuviera unas 35.000 hectáreas.

      El 26 de marzo de 1406, el célebre D. Enrique de Villena dio a perpetuidad la Encomienda al Prior y Convento de Calatrava.

      Está situada a la parte del mediodía del Sacro-Convento, se espacia en una llanura del campo por espacio de dos leguas de tierra, donde hay mucha "Tierra de pan llevar" y grandes pastos así en lo llano como en las sierras que se le siguen, fuentes, montes, caza, colmenares y pesca en el río Fresnedas, que viene desde la parte del Oriente y el de Puertollano que viene de la Occidente. A Belvís lo podemos situar en un llano al pie de los montes de la Encomienda de Calatrava, donde se haya resguardado del viento Norte por las mismas alturas, y se parecen terciadas en los veranos.

      La habitaban ordinariamente en diversas casas repartidas por quintos (sin los arrendadores de yerbas y ganaderos) sus labradores, como son en Fonsalva (Fontalba), Casares, La Nava (Cantohincado), las Huertas (Huertezuelas), Cerro Pelado y La Alameda

En la Alameda hay una ermita de Ntra. Sra. de la Alameda. Tenía aquí el Convento su huerta principal con gran cantidad de frutales y hortalizas, toda cercada. Lo templado y saludable del sitio hizo que D. Francisco Barreda, prior administrador del Convento, construyese junto a la dicha ermita de Ntra. Sra. de la Alameda una casa de campo o quinta de recreo para los religiosos. Esta era espaciosa, con grandes y cómodas habitaciones y sus bodegas para el fruto de una viña de 40000 vides con olivos y cercada, que comunicaba con ella, y estaba toda esta hacienda a cargo de un conventual que hacía oficio de mayordomo.

      Por este tiempo junto a la antigua casa de la encomienda de Belvís comenzaban a levantar casas los labradores que cultivaban aquellos terrenos del convento. En 1649 el prior compraba la jurisdicción civil y criminal de toda la dehesa. Titulándose desde entonces Señor de la Villa de Belvís, así el capítulo General 1652 prohíbe la caza y corta de leña en la dehesa de Belvís, añade hoy ya Villa.

      Tiene 24 casas de un solo cuerpo y distribución irregular, qué forma una calle; Iglesia, párroco bajo el amparo de  Ntra. Sra. del Triunfo Aneja a la de Villanueva de San Carlos, que a su vez depende también de la parroquia de Calzada de Calatrava; en está hay un teniente destinado para el servicio de la expresada de Villanueva(donde reside) y esté Belvís, cuyo nombramiento hacia el Sacro Convento de Calatrava, como perteneciente al terreno de la Orden; hoy  lo nombra el vicario de Ciudad Real;  junto a ella está el cementerio que en nada perjudica la salud y  al Este de la villa una fuente de buena agua para el servicio del vecindario. Confina el término por el Oeste y el Sur con el de Villanueva de San Carlos, por el Este con Calzada y comprende varias dehesas de pastos y 1.350 fanegas de la labor, de las cuales son 150 primera calidad, 400 de segunda y el resto de tercera: a un cuarto de legua al Sur correr el río llamado Guadaperosa o Puertollano en dirección Oeste a Este (debe tratarse del río Ojailén);  el territorio es llano y monte. Los caminos son veredas para su comunicación con los inmediatos: el correo se recibe por valijero en la Calzada.


LA  ALAMEDA


      Aparece mencionada por primera vez en las Relaciones Topográficas de La Calzada, de 23 de diciembre de 1575, que consignan “ermitas...” este sería su origen, enclavado en un paraje abundante en agua y vegetación enclavado en el quinto de La Alameda, de la dehesa de Belvís, perteneciente al Sacro Convento.

      Junto a la ermita se edifica en el siglo XVII uno de los priores del mismo, construyó unen sus inmediaciones una casa de campo o quinta de recreo para los religiosos por mandato de frey Francisco de Barrera prior administrador del Sacro Convento, está era una casa espaciosa con grandes y cómodas habitaciones altas, graneros, corrales, lagar y bodegas. Con una puerta que daba a una viña de 40.000 cepas, con 1.000 olivos, interpolados con las vides, todo ella cercada. también tenían grades huertas para hortalizas y todo tipo de frutales, todo ello a cargo de un conventual- mayordomo.

      Ntra. Sra. de Las Candelas,  su ermita (una obra barroca) : cuyo edificio es de planta rectangular, aunque el originario era un edificio de cruz latina, de una sola nave con unas pequeñas capillas junto al altar mayor en el presbiterio y un crucero. Se puede observar en ella, el arco de medio punto o bóveda de cañón de la nave, así como parte del crucero. También podemos contemplaren ella, que es un edificio de fachadas ciegas y portada lateral con arco de medio punto de ladrillo, con decoraciones geométricas. Su cubierta de teja a dos aguas con muros con interesante traba de ladrillos y parte de mampuesto cerrado, con una españada sencilla con dos arcos con una campana, la cual, fue rota a balazos por una columna de caballería, que estuvo ocupando la casa de La Alameda desde el 24 de septiembre hasta el 28 del mes de octubre de 1835. Así es en la actualidad, ya que la iglesia fue reconstruida en 1902, quedando reducida a lo que hoy conocemos. Esta ermita tenía dos puertas laterales con arco de medio punto, de las cuales solo queda la de entrada y otra en la parte frontal de la ermita que tras su reconstrucción fue tapiada y convertida en ventana, quedando esa dependencia como sacristía de la misma, la cual está situada debajo del coro, no sabiendo si este es originario de la iglesia primitiva. Con la reforma, que se hizo en 1902, se acorta la nave levantando un muro de ladrillo en el mismo crucero, quedando el presbiterio, el crucero y las capillas dedicadas a Campo Santo. El interior de la iglesia es una pequeña nave con el altar y tres hornacinas frontales y dos pequeñas laterales, con un púlpito de forja en la parte derecha del altar. Que, con la reforma de su interior en los años ochenta fue retirado. En la parte de abajo del coro hay una pequeña estancia que sirve de sacristía la cual está unida al coro por una estrecha escalera caracol. La luminosidad viene dada por dos ventanas laterales a la altura de la base de la bóveda. Su decoración en el interior es, al igual que en el exterior, sobria, con figuras geométricas como único elemento decorativo, dándose únicamente en las hornacinas y en el muro de las mismas.

      La causa que provoco a destrucción parcial de la ermita según los más antiguos del lugar, fue un incendio que destruyó la parte del altar y presbiterio. La reconstrucción parcial consistió en levantar un muro en el inicio del crucero, abaratando así el coste de las obras que fueron sufragadas por el terrateniente D. Leopoldo Blaser, al cual le dejaron en uso, que no en propiedad, la parte derruida, que fue utilizada como porquerizas y gallineros.



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